martes, 11 de abril de 2017

FLORENCIA: PANINNO CON LAMPREDOTO

Santa Maria del Fiore

Era agradable despertar en Florencia, abrir los ojos en una clara y desmantelada habitación, con el suelo de baldosas rojas que parecía limpio aunque no lo estaba, con un techo donde rosados grifos y azules amorcillos jugaban en un bosque de amarillos violines y fagotes.  Era agradable también precipitarse holgadamente a las ventanas, pillarse los dedos en desconocidos cerrojos, salir al sol exterior resplandeciente con bellas colinas y árboles y marmóreas iglesias enfrente, y, muy cerca, en la parte baja, el Arno, murmurando contra la orilla de la carretera.
   Al lado del río trabajaban hombres con azadas y cribas en las arenosas orillas, y sobre el río un barco, también diligentemente utilizado con alguna misteriosa finalidad. Un tranvía eléctrico llegó precipitándose por debajo de la ventana. Nadie iba sentado dentro, excepto un turista. Pero las plataformas rebosaban de italianos, que preferían viajar de pie. Los niños intentaban colgarse en la parte trasera, y el conductor, sin mala fe, les escupió en la cara con tal de ahuyentarlos. Luego aparecieron soldados, bien parecidos, de baja estatura, acarreando cada uno de ellos una mochila cubierta con una mugrienta piel, y un gran abrigo que había sido confeccionado para alguien de mayor estatura. Marchaban los soldados, de aspecto alocado y combativo, y detrás de ellos la chiquillería, dando saltos al compás de la banda. El tranvía llegó a enredarse entre sus filas, avanzando con dificultad, como una oruga entre una congregación de hormigas. Uno de los chiquillos cayó, y algunos bueyes salieron de una arcada. Verdaderamente, si no hubiera sido por la oportuna advertencia de un viejo que vendía botones, la calle no se habría despejado nunca.
   A base de trivialidades como ésas, una valiosa hora puede perderse, y el viajero que ha ido a Italia para estudiar los valores táctiles de Giotto o la corrupción del Papado puede irse recordando sólo el cielo azul y los hombres y mujeres que debajo de él viven.

Nada más cierto que lo escrito por Edward M Forster, en su novela “Una habitación con vistas” publicada en 1908. Uno en Florencia ansía y espera encontrarse con, por ejemplo,  la magnífica cúpula de Santa María del Fiore, un prodigio diseñado por Bruneleschi en 1419, y resulta que es de situaciones más cotidianas que se impregnan los recuerdos.
No se borran los paisajes urbanos, ni las obras de arte, se mezclan y se enriquecen con otras cuestiones,  como la discusión por el precio de un enchufe en la Plaza Della Signora o la destreza para hacer un calzone que tenía uno de los dueños del restaurante La Ghiotta, en el Barrio San Ambrosio.  Ese entretejido conforma la imagen que guardamos de los lugares que descubrimos.

CALLOS AL PAN -PANINNO CON LAMPREDOTTO-



La cocina florentina, de origen humilde, se basa en los alimentos frescos de las zonas agrícolas de los alrededores de la ciudad, ingredientes básicos y a veces rústicos que se combinan en recetas sencillas.
El lampredotto es uno de los cuatro estómagos de la vaca, el abomaso. El nombre, al parecer deriva de la lamprea, un tipo de anguila que se encontraba en abundancia en el río Arno y que toma un parecido al cocinarla. En España se lo conoce como callos y en la Argentina y en algunos sitios de América como mondongo. Es en Florencia una típica comida callejera (como los Hot Dogs en Nueva York), se la conoce así desde el Siglo XV por lo que muchos la llaman “el primer fast food”. Se lo vende en pequeños puestos, en su mayoría ambulantes.

INGREDIENTES cuatro sándwiches

Mondongo 600 grs.
Caldo
Pan Felipe o Francés
Salsa Verde (Aceite de Oliva, vinagre, perejil y albahaca)

MODO DE PREPARACION
Limpiar el mondongo y retirar la grasa. Hervir en un caldo con cebolla,  zanahoria  y concentrado de tomate, durante unos 40 minutos (o hasta que esté bien tierno). Mantenerlo con fuego muy bajo para que no se enfríe. Cortarlo en rectángulos de aproximadamente dos por cuatro. Servir al pan con la salsa verde. También se le puede adicionar una salsa tipo criolla (aceite, vinagre, cebolla, tomate, ají verde y rojo)

BEBIDA SUGERIDA: Vino Chianti o varietal Sangiovese