BUEU
-por Patricia De Carolis-
...soberbios
paisajes,
aromas
y amaneceres,
la
lluvia tenaz y la pobreza digna.
La
hospitalidad.
Eso
es para mi Galicia…
ESCUDO DE BUEU: La nave, un
Bergantín con las velas desplegadas, representa
la estrecha vinculación de Bueu con el mar.
No
es fácil aterrizar como un marciano en una pequeña comunidad gallega,
instalarse y empezar a armar la vida con ellos. En cuanto pude deshacer mis
valijas, ponerme un piloto (que no abandonaría en 3 años) y salir a la calle de
ese pueblo supe que si quería vivir allí
tenía que descubrir a sus mujeres. A través de ellas conocí el mudo interior,
la cocina, la fe y la brujería.
En
contra de la creencia general yo las entiendo
libres y organizadas, mantienen su nombre de soltera al casarse,
compiten mano a mano en el trabajo y no sólo manejan sus familias, sino que con
frecuencia también las mantienen. Son más interesantes que la mayoría de los
hombres, pero eso no quita que vivan en un patriarcado sin atenuantes. Los
hombres tienen el poder económico y político, que se pasan de unos a otros,
como una carrera de postas, mientras las mujeres, salvo excepciones, quedan
marginadas.
En
síntesis, es una región machista: es tanta la testosterona flotando en el aire,
que es un milagro que a las mujeres no les salgan pelos en la cara. Ellas son
cómplices del machismo: educan a sus hijas para servir y a sus hijos para ser
servidos. Las chicas modernas se rebelan, por supuesto, pero apenas se enamoran
repiten el esquema aprendido, confundiendo amor con servicio.
Lo
que indiscutiblemente queda en el ámbito
exclusivo de las mujeres es la brujería
(meigas contra bruxas) [1] y la cocina. Los varones no cocinan, no hacen
maleficios ni los deshacen.
Son
religiosos, aunque su práctica tiene mucho más de fetichismo y superstición que
de inquietud mística o conocimiento teológico. Las manifestaciones de fe son
impresionantes, convocados por la
Iglesia salen millares y millares de jóvenes en largas
procesiones, con velas y flores, alabando a la Virgen María o
pidiendo por la paz a voz en cuello, con el mismo entusiasmo con que en otros
países chillan en los conciertos de rock. A los muertos se los lleva a mano
cuesta arriba hasta la iglesia para que participen de su propia última misa,
aun hoy, aun con 30 grados de temperatura y seguido a pie por todo el pueblo
Son
muy tradicionales con la comida, las novedades modernas les parecen desabridas.
Es que realmente competir con sus mariscos es muy difícil. Les gusta comer con
las manos, la idea de los cubiertos es relativamente nueva y la de los
estrictos modales en la mesa todavía más, ambas corresponden a una cultura que
se relaciona con el mundo a través de la vista y tiene una extraña desconfianza
por los otros cuatro sentidos, sobre todo el del tacto […]
Galicia
es un “país” de sentidos, el aire huele a mar, a pescado, a verdor de monte de
pinos, a viento helado del norte. Se come rico y en abundancia.
[1] Meiga: hechicera cuyo cometido es megar, esto es, enmeigar, hacer el mal a personas y animales. Bruxa que hace el bien y es capaz de deshacer los conjuros maléficos y el mal de ojos de las meigas.
EMPANADA GALLEGA DE PULPO
La empanada gallega se define como
“comida idónea para viajantes, por ser una preparación ya tapada y permitiendo
evitar el contacto del interior con el polvo de los caminos”, además
se come con la mano.
Se conocen las empanadas en Galicia
desde la época de los godos en el siglo VII donde se decretan normas para su
elaboración. Las empanadas gallegas aparecen talladas en el siglo XII en el
Pórtico de la Gloria
de Santiago de Compostela. Al principio
fueron un pan duro vaciado de miga y relleno de guiso, luego la receta se fue
sofisticando pero no demasiado.
INGREDIENTES:
Relleno:
Pulpo un kilo
Cebolla blanca tres grandes
Pimiento verde uno
Pimiento rojo uno
Tomate uno maduro
Ajo dos dientes
Pimenton dulce
Perejil fresco
Aceite de oliva virgen y sal
Masa:
Harina 000 600 grs.
Levadura 30 grs.
Sal dos cucharaditas
Aceite (el del freído del relleno)
Primero
hervir el pulpo en una olla, en bastante
agua a la que se añade una cebolla entera pelada, durante unos 20
minutos. Comprobar que el pulpo esté en
su punto, dejar escurrir y enfriar
durante un cuarto de hora más o menos, desechar
la cebolla. Cuando el pulpo está frío trocearlo
en rodajas pequeñas.
En una sartén de buen tamaño calentar el aceite de oliva virgen y freír las
verduras comenzando por las cebollas cortadas en pluma, salar para que suelten
el líquido, luego de unos minutos agregar los ajos laminados y los ajíes
cortados brunoise, revolviendo un par de
minutos más. Añadir el pulpo troceado y bien escurrido, el pimentón dulce, un
poco de perejil bien picado y cocinar hasta que queden tiernas las verduras y
el pulpo bien hecho, revolviendo de vez en cuando. Dejar enfriar y separar el
aceite.
Para la masa mezclar la harina con la
sal, la levadura y unas diez cucharadas del aceite del freído frío. Amasar bien
y esperar que leude. Separar en dos bollos y estirar uno sobre el fondo de un
molde de tarta de borde alto, repartir el relleno y luego estirar el resto de
masa para tapar. Pintar con huevo y hornear hasta que dore la masa.