jueves, 4 de octubre de 2018

BUEU: EMPANADA GALLEGA


BUEU
-por Patricia De Carolis-

...soberbios paisajes,
aromas y amaneceres,
la lluvia tenaz y la pobreza digna.
La hospitalidad.
Eso es para mi Galicia…



ESCUDO DE BUEU: La nave,  un Bergantín  con las velas desplegadas, representa la estrecha vinculación de Bueu con el mar.





No es fácil aterrizar como un marciano en una pequeña comunidad gallega, instalarse y empezar a armar la vida con ellos. En cuanto pude deshacer mis valijas, ponerme un piloto (que no abandonaría en 3 años) y salir a la calle de ese pueblo  supe que si quería vivir allí tenía que descubrir a sus mujeres. A través de ellas conocí el mudo interior, la cocina, la fe y la brujería.
En contra de la creencia general yo las entiendo  libres y organizadas, mantienen su nombre de soltera al casarse, compiten mano a mano en el trabajo y no sólo manejan sus familias, sino que con frecuencia también las mantienen. Son más interesantes que la mayoría de los hombres, pero eso no quita que vivan en un patriarcado sin atenuantes. Los hombres tienen el poder económico y político, que se pasan de unos a otros, como una carrera de postas, mientras las mujeres, salvo excepciones, quedan marginadas.
En síntesis, es una región machista: es tanta la testosterona flotando en el aire, que es un milagro que a las mujeres no les salgan pelos en la cara. Ellas son cómplices del machismo: educan a sus hijas para servir y a sus hijos para ser servidos. Las chicas modernas se rebelan, por supuesto, pero apenas se enamoran repiten el esquema aprendido, confundiendo amor con servicio.
Lo que indiscutiblemente  queda en el ámbito exclusivo de las mujeres  es la brujería (meigas contra bruxas) [1]  y la cocina. Los varones no cocinan, no hacen maleficios ni los deshacen.
Son religiosos, aunque su práctica tiene mucho más de fetichismo y superstición que de inquietud mística o conocimiento teológico. Las manifestaciones de fe son impresionantes, convocados por la Iglesia salen millares y millares de jóvenes en largas procesiones, con velas y flores, alabando a la Virgen María o pidiendo por la paz a voz en cuello, con el mismo entusiasmo con que en otros países chillan en los conciertos de rock. A los muertos se los lleva a mano cuesta arriba hasta la iglesia para que participen de su propia última misa, aun hoy, aun con 30 grados de temperatura y seguido a pie por todo el pueblo
Son muy tradicionales con la comida, las novedades modernas les parecen desabridas. Es que realmente competir con sus mariscos es muy difícil. Les gusta comer con las manos, la idea de los cubiertos es relativamente nueva y la de los estrictos modales en la mesa todavía más, ambas corresponden a una cultura que se relaciona con el mundo a través de la vista y tiene una extraña desconfianza por los otros cuatro sentidos, sobre todo el del tacto […]
Galicia es un “país” de sentidos, el aire huele a mar, a pescado, a verdor de monte de pinos, a viento helado del norte. Se come rico y en abundancia.





[1]  Meigahechicera cuyo cometido es megar, esto es, enmeigar, hacer el mal a personas y animales.  Bruxa que hace el bien y es capaz de deshacer los conjuros maléficos y el mal de ojos de las meigas.



EMPANADA GALLEGA DE PULPO





La empanada gallega se define como “comida idónea para viajantes, por ser una preparación ya tapada y permitiendo evitar el contacto del interior con el polvo de los caminos”,  además  se come con la mano.
Se conocen las empanadas en Galicia desde la época de los godos en el siglo VII donde se decretan normas para su elaboración. Las empanadas gallegas aparecen talladas en el siglo XII en el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela.  Al principio fueron un pan duro vaciado de miga y relleno de guiso, luego la receta se fue sofisticando pero no demasiado.
            
INGREDIENTES:
Relleno:
Pulpo un kilo
Cebolla blanca tres grandes
Pimiento verde uno
Pimiento rojo uno
Tomate uno maduro
Ajo dos dientes
Pimenton dulce
Perejil fresco
Aceite de oliva virgen y sal

Masa:
Harina 000 600 grs.
Levadura 30 grs.
Sal dos cucharaditas
Aceite (el del freído del relleno)

Primero  hervir el pulpo en una olla, en bastante  agua a la que se añade una cebolla entera pelada, durante unos 20 minutos. Comprobar  que el pulpo esté en su punto,   dejar escurrir y enfriar durante un cuarto de hora más o menos,  desechar la cebolla. Cuando el pulpo está  frío trocearlo en rodajas pequeñas.
En  una sartén de buen tamaño  calentar el aceite de oliva virgen y freír las verduras comenzando por las cebollas cortadas en pluma, salar para que suelten el  líquido, luego de unos  minutos agregar los ajos laminados y los ajíes cortados brunoise,  revolviendo un par de minutos más. Añadir el pulpo troceado y bien escurrido, el pimentón dulce, un poco de perejil bien picado y cocinar hasta que queden tiernas las verduras y el pulpo bien hecho, revolviendo de vez en cuando. Dejar enfriar y separar el aceite.
Para la masa mezclar la harina con la sal, la levadura y unas diez cucharadas del aceite del freído frío. Amasar bien y esperar que leude. Separar en dos bollos y estirar uno sobre el fondo de un molde de tarta de borde alto, repartir el relleno y luego estirar el resto de masa para tapar. Pintar con huevo y hornear hasta que dore la masa.