sábado, 18 de enero de 2020

SEVILLA: GAZPACHO



Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero
Antonio Machado



El lema de la ciudad, presente en el escudo, es «NO8DO», donde el 8 presenta la  forma de una madeja de lana. La tradición popular lo lee como «No madeja-do», lo que querría decir  «No me ha dejado»; se trata de una tradición sin base documental y que tiene su origen en Argote de Molina (1588). El lema se interpreta como una supuesta referencia a la lealtad que mantuvo la ciudad a Alfonso X el Sabio en la guerra contra su hijo Sancho en el siglo XIII


Sevilla, en la segunda mitad del siglo XVI. Alonso Sánchez Coello.

La Semana Santa de Sevilla es la fiesta mayor de la ciudad. En ella gran cantidad de cofradías de todos los barrios realizan el itinerario con cientos de penitentes que acompañan  a sus sagradas imágenes a pie por las calles sevillanas. Cincuenta y siete son las cofradías de Sevilla que desfilan hasta la Iglesia Catedral. Unas muy antiguas, algunas de la posguerra y otras más recientes.
La llamada Carrera Oficial, la zona de la ciudad por la que pasan todas las cofradías, comienza en la plaza de la Campana y sigue por calle Sierpes, plaza de San Francisco y avenida de la Constitución, para entrar a la Catedral de Sevilla realizando la Estación de Penitencia.
Los sevillanos, acompañan durante el itinerario a las imágenes en sus pasos, vestidos de nazarenos, portando cirios, cruces y otros elementos propios de las distintas  hermandades. Se trata de una fiesta de tradiciones arraigadas y que mueve la pasión.

Los que ya se fueron... y los que no pueden venir. ¿Qué mayor penitencia que no poder ir a ver las cofradías? Me lo dijo un viejo sevillano enfermo, postrado en su cama, sin poder salir de su casa:
- Esto sí que es penitencia, no poder ir al Barrio León a ver mi cofradía de San Gonzalo...
¡Benditas televisiones y radios locales que acercáis La Campana a los penitentes de la callada cruz de la enfermedad! ¡Benditas emisiones por Internet que le llevan su Soledad de San Buenaventura al soldado que está en misión de paz en tierra extraña, que ésos sí que son suspiros de España, los dolorosos suspiros de Sevilla! […]
Sevillanos fieles a sus sentimientos en la distancia. y que como los banderilleros de Belmonte miraban durante la temporada americana el reloj que no había dejado de marcar el meridiano de Triana y, sacándolo del bolsillo del chaleco, comentaban "Pues en la calle San Jacinto ya tiene que estar Enrique empezando a freír los pavías", ellos, calculando horas, con la nostalgia como penitencial cinturón de esparto con su traje de ejecutivos o su parca de estudiantes, mientras añoran la claridad sin fecha de Sevilla, se van diciendo:                                        
- Pues el palio de San Esteban ya tiene que estar entrando en la Campana...
- Ahora irá el Cristo de los Estudiantes por la esquina de Trifón, camino de la Campana...
- ¡Cómo tiene que estar de gente a estas horas la calle Tetuán volviendo con la Virgen del Dulce Nombre!
 - Ya estará Pilatos en San Benito, presentándole a Cristo la mejor Calzada que hubo en el Imperio Romano... […]
El sevillano es un quinto evangelista que movido por su fe, dejándose ir en la tradición de la ciudad, sin darle la menor importancia, imparte supremas lecciones de Teología. Viendo cofradías pueden escucharse clases magistrales en la callejera Facultad de Teología Popular. En la calle Aduana, cuando pasaba esa Pietá baratillera que no la mejora ni Miguel Angel,  aprendí una de estas lecciones de un sevillano anónimo. Le explicaba a un forastero preguntón:
- ¿Que por qué la Semana Santa aquí no es triste? Pues porque hemos visto muchas veces esta película, usted. Siglos la llevamos viendo. Y sabemos que termina bien. Vamos, divinamente, porque es cosa de Dios. Sabemos que aunque lo pase muy malamente, al final, el bueno, el Muchacho, el Hijo de la Señora Guapa, gana y se sale con la suya, que es morir para salvarnos. Y que después, además, resucita el Domingo: en Santa Marina concretamente. Y si sabemos que la película tiene un final feliz, ¿a qué ponernos tan tristes y tomarnos las cosas por la tremenda como en Castilla? ¿Latigazos dice usted? Se los daban antes los hermanos de sangre, pero cuando se enteraron de que en esta película siempre gana el Muchacho y nos salva, decidieron dejar las disciplinas y aquí los latigazos, desde entonces, nada más que son de tinto y pescao frito...[1]

GAZPACHO ANDALUZ


El gazpacho originario se elaboraba ya en la época del al-Ándalus (el territorio ibérico con dominación musulmana durante la Edad Media) y los ingredientes eran pan en migas, ajo, aceite de oliva, vinagre, sal y agua. La primera referencia a esta sopa fría  es en el libro “Tesoro de la Lengua Castellana o española” de Sebastián de Covarrubias y Orozco, editado en 1611.  Se describe su origen humilde, de “segadores y gente grosera” que decidieron “poner el nombre como se les antojó” a este preparado cuya base era el pan remojado. El tomate, que hoy distingue a la preparación,  fue incorporado recién a principios del siglo XIX. Actualmente el gazpacho andaluz lleva tomates, pepinos, pimiento verde y ajo; el pan y un buen aceite de oliva y vinagre porque como bien dice el refranero popular: «Con mal vinagre y peor aceite, buen gazpacho no puede hacerse»

INGREDIENTES para seis personas

Tomates maduros siete u ocho, unos 1.200 grs.
Pepino uno mediano
Pimiento verde tipo italiano uno
Pan duro 100 grs.
Aceite de Oliva virgen extra unos 200 cc.
Vinagre de Jerez (opción de vino) unos 50 cc.
Agua fría 300 cc. y sal.

MODO DE PREPARACIÓN

Trocear las verduras, salar y licuar con el aceite, el vinagre, el ajo y el agua. Pasar la preparación por un chino o colador. Servir bien frío.

ACOMPAÑAMIENTO SUGERIDO: servir en cazuelas individuales y por encima unos cubitos de cebolla morada y unas virutas de jamón crudo. Decorar con hojas de menta fresca.




[1] Fragmento de “Los días del gozo. Pregón de Semana Santa de Sevilla”, de Antonio Burgos 2008