martes, 29 de noviembre de 2016

PRAGA: CODILLO DE CERDO ASADO (VEPŘO VÉKOLENO)






El buen soldado Švejk es una novela satírica inacabada del escritor checo Jaroslav Hašek publicada en 1921 y 1922, está considerada la más importante novela escrita en checo (ya que el escritor más conocido universalmente, Franz Kafka, lo hacía en alemán). He aquí  un fragmento:

Es posible – Švejk prosiguió con su previsión sobre el futuro de Austria– que en caso de guerra con Turquía nos ataquen los alemanes, porque éstos y los turcos se ayudan. Unos y otros son unos canallas tan malnacidos como en todo el mundo no encontraríamos otros. Pero nosotros nos podemos aliar con Francia, que desde 1871 odia a Alemania. ¡Y hala!, ¡Guerra!, y habrá una guerra que Dios nos ampare.
Bretschneider se levantó y dijo solemnemente:
–No hay nada más que decir. Acompáñeme al corredor, tengo que decirle una cosa.
Švejk siguió al agente al corredor, donde le esperaba una pequeña sorpresa: su compañero de mesa le mostró el águila, la insignia de la policía, y le comunicó que lo detenía y que se lo llevaba enseguida a la prefectura. Švejk intentó explicarle que se trataba de un error, que  él era completamente inocente, que no había pronunciado ni una sola palabra que pudiera ofender a nadie.
Bretschneider le replicó, sin embargo, que había cometido varios delitos, entre ellos el de alta traición.
Entonces volvieron a la taberna y Švejk le dijo al señor Palivec:
–Cóbrame cinco cervezas, una salchicha y un panecillo. Y ponme un aguardiente. Me voy detenido.
[…]De manera que Švejk se fue de la taberna del Cáliz en compañía del agente y, una vez en la calle, le preguntó con su cara siempre iluminada por una sonrisa bondadosa:
- ¿Tengo que bajar de la acera?
- ¿Por qué?
- Pensaba que por estar detenido ya no tenía derecho a caminar por la acera.

Praga tiene una larga y oscura relación con los servicios secretos y las diversas policías “políticas”, leí que hasta no hace mucho la gente se cuidaba de hablar por teléfono  celular en el transporte público. La ciudad que conocí distaba mucho de la imagen que tenía de las escenas de la Guerra Fría, sin embargo una muestra de esos tiempos me invadía  cuando cruzaba mirada con el personal de seguridad de los comercios o con los custodios de la entrada a los monumentos que daban a entender, por presencia y por modo,  que conservaban ciertas viejas costumbres.
- La vista del Puente de Carlos con un poco de bruma bien vale una visita a Praga-  me dijo un amigo una vez y yo cumplí. Como buen turista toqué la estatua de San Juan Nepomuceno porque cuentan que así uno vuelve, la toqué dos veces, para estar seguro. 





Una de las partes de despiece del cerdo, el codillo o “jambonneau”,  se aprovecha para hacer diversas preparaciones. El codillo de cerdo está ubicado entre la unión de los dos huesos de la pata donde se forma el codo; tiene un sabor fuerte, muy aromático, contiene abundante grasa y cuando se prepara es necesario cocerlo durante bastante tiempo. De las formas de cocinar el codillo en la República Checa he seleccionado esta modalidad de doble cocción, plato muy popular en los restaurantes de Praga, se lo puede acompañar con alguna preparación con  papa o con ensalada, pepinillos, ajíes en vinagre, coleslow (ensalada de col americana)  y mostaza.
INGREDIENTES (para dos personas)
Codillo de cerdo dos unidades
Zanahoria una
Cebolla una
Mostaza una cucharada
Tomate concentrado (o salsa ketchup) una cucharada
Cerveza negra medio litro
Pimienta negra molida, tomillo fresco (opcional) y sal
MODO DE PREPARACION
Cortar en rodajas las zanahorias y la cebolla en gajos. Poner a freír los vegetales en una olla o cazuela. Cuando la cebolla se transparenta agregar la mostaza y el tomate. Luego la cerveza negra, el resto de los condimentos y sumergir los codillos. Cuando rompa el hervor bajar el fuego y cocinar media hora con tapa (si los codillos son grandes, tres cuarto de hora). Darlos vuelta y cocinar media hora más. Poner el horno a temperatura alta. Retirar los codillos de la olla y cocinarlos al horno,  untados con un poco de aceite,  unos veinte minutos o hasta que se doren. Colar el líquido de la olla,  calentar y reducir.  Retirar del horno los codillos. Embeber los codillos con el líquido . Servir en una tabla con borde o plato junto a unas hojas de ensalada crespa y morada, unos pepinillos y ajíes en vinagre. En una pequeña cazuela colocar mostaza y en otra el coleslow (cortar fino repollo crudo y zanahoria rallada, agregar  mayonesa y limón)
BEBIDA SUGERIDA: Cerveza tipo Pilsen

jueves, 10 de noviembre de 2016

PARIS: SOPA DE CEBOLLAS


                                                                                                   Rue Montorgueil

Sous le ciel de París es una película francesa de 1951. La famosa canción homónima  que allí se escucha fue compuesta por Hubert Giraud (música) y Jean Dréjac (letra). Inmortalizada después por Edith Piaf sus acordes resuenan, aun hoy,  en cada rincón de la ciudad:

Et le ciel de Paris
a son secret pour lui
depuis vingt siècles il est épris
de notre île Saint-Louis
quand elle lui sourit
il met son habit bleu
quand il pleut sur Paris
c’est qu’il est malheureux
quand il est trop jaloux
de ses millions d’amants
il  fait  gronder sur nous
son tonnerre éclatant
mais le ciel de paris
n’est pas longtemps cruel
pour se faire pardonner a
il offre un arc-en-ciel

Y el cielo de París
Tiene su propio secreto
Tras veinte siglos está enamorado
De nuestra isla Saint Louis
Cuando ella le sonríe
Se pone su hábito azul
Cuando llueve sobre París
Es porque está malhumorado
Cuando está muy celoso
De sus millones de amantes
Rugen sobre nosotros
Sus estridentes truenos
Pero el cielo de París
No es cruel durante mucho tiempo
Para ser perdonado
Ofrece un arco iris

No voy a descubrir nada diciendo que París es maravillosa, tampoco me siento cómodo escribiendo sobre esta ciudad sobre la que los más grandes han plasmado las páginas más bellas. Sin embargo no puedo pasar por alto que cada viajero vive su propio París. Esta ciudad es todo lo que se ha dicho más la visión que uno tiene de ella. En mi caso debo detenerme en un sitio, la Rue Montorgueil y sus calles adyacentes,  me he dejado seducir por las tiendas delicatessen,  o los bistrós tradicionales, como L’Escargot Montorgueil , que acogió a personalidades como Marcel Proust o Charles Chaplin. Me atraparon sus puestos de productos frescos, algunos ambulantes y otros estables y legendarios, como Maison Collet, artisan Boulanger. Son unas pocas cuadras en ese mundo que es París o es todo un mundo dentro París y es más que un decir.

SOPA DE CEBOLLA –SOUPE À L´OIGNON-





Originada como un plato humilde, elaborada con ingredientes sencillos, identificada con las épocas de hambruna, esta antigua receta tiene todos los elementos que la convierten en un plato arquetípico. Tan tradicional que ha conservado la costumbre medieval de verterla sobre una rebanada de pan. Se pierden sus orígenes en el tiempo pero hay registros palpables, aparece en la edición más antigua del libro de cocina del siglo XIV, llamado Le viandier, de Taillevent, conservado como reliquia en la Biblioteca Nacional de Francia. 
La costumbre de añadirle queso rallado es muy posterior. La sopa ganó su fama en el siglo XIX, cuando se extendió en París la costumbre de tomar algo caliente en los pocos sitios abiertos a altas horas de la madrugada, las tabernas y restaurantes que rodeaban a Les Halles, el mercado central de abastos, por la Rue Montorgueil y adyacencias. La sopa de cebolla pasó de ser la vianda de los trabajadores del mercado a una colación para bohemios y  noctámbulos. En la segunda mitad del siglo XX las Halles fueron derribadas, pero la tradición se mantuvo en ese barrio parisino,  se extendió e incorporó a las costumbres de los franceses.

INGREDIENTES (para cuatro personas)
Cebolla blanca 600 grs. (dos o tres cebollas)
Manteca 50 grs.
Aceite de Oliva 1 cucharada
Harina 1 cucharada colmada
Brandy o Cognac una copita (opcional)
Sal y  Pimienta negra molida
Caldo de carne 1 litro
Pan tipo “de campo” cuatro rodajas
Queso tipo Gruyere 200 grs.

MODO DE PREPARACIÓN
Pelar y cortar las cebollas en juliana. En una olla o cazuela derretir la manteca junto al aceite. Poner a freír las cebollas, agregar  sal para que suelten líquido, pimienta y cocinar revolviendo periódicamente  evitando que se quemen o se pongan muy doradas (unos quince minutos), si las cebollas no fueran muy dulces se puede incorporar una cucharadita de azúcar. Adicionar la harina revolviendo hasta espesar (Roux),  incorporar el cognac y esperar que se evapore el alcohol. Agregar el caldo y  cocinar unos quince minutos más. Colocar la preparación en cazuelas individuales aptas para horno, poner las rebanadas de pan en la superficie, sobre ellas el queso rallado y gratinar.


BEBIDA SUGERIDA: Vino Tinto Merlot

viernes, 4 de noviembre de 2016

AMSTERDAM: BITTERBALLEN

















Le escribió Julio Cortázar desde París a Eduardo Jonquières, en octubre de 1956: «A fin de activar las pantorrillas, Aurora y yo nos dedicamos el mes pasado a recorrer Bélgica y Holanda, donde nos fue muy bien. […] En cuanto a Holanda, los molinos estaban en su sitio, al igual que las vacas, los desvaídos paisajes que se parecerían mucho a la pampa, si la Argentina cultivara tulipanes, y numerosos holandeses se escalonaban en todas partes para darnos muestras de su increíble idioma, que se parece extraordinariamente a un cerdo cuando huele bellotas y lo da a entender. En Rótterdam  tuvimos el infernal recuerdo de la guerra, pues a pesar de la reconstrucción todo está todavía por el suelo […] La Haya es muy linda, Delft es una pequeña Brujas, Haarlem vale la visita, pero finalmente lo más hermoso es Amsterdam por lo cual nos plantamos ahí 9 días y bien contentos estamos de haberlo hecho. Los museos son un prodigio, y la gran exposición Rembrandt es muy superior a lo que yo me había imaginado. Además  –esto te va a hacer suspirar, Doc–  había una exposición con doscientas telas de Van Gogh  […] ¿Me imaginás ahí? Uno cree que sueña, va de cuadro en cuadro, de asombro en asombro […] Europa me va a matar pero va a ser como la muerte de Manolete. “Qué me importa que al final me meta un cuerno por la panza si yo he podido clavarle el estoque hasta la cruz” ».
Aunque difiero con Cortázar en lo que respecta al idioma holandés, que si suena extraño pero no al punto de la comparación porcina, comparto sus pinceladas de Amsterdam. Recorrí el Museo Van Gogh y es uno de los sitios relacionados con artistas plásticos que más me ha conmovido. Pero la mayor atracción fue la diversidad y la sensación de libertad que se respira a cada paso. A mi partida bajando del tranvía en la bella Estación Central el conductor me preguntó a dónde íbamos, le contesté que a París,  el buen hombre hizo el gesto de levantarse y por señas me pidió que intercambiáramos lugar, sonreí por la ocurrencia y seguí mi camino, aun hoy pienso si tomé la decisión correcta.

BITTERBALLEN




En Ámsterdam un encuentro entre amigos o compañeros de trabajo comienza a la noche en un bar, con una cerveza o algo que llaman “bittergarnituur” que puede traducirse como  “guarnición de amargos”,  Lo de “amargo” se refiere a las bebidas alcohólicas que se ingieren, como la  ginebra o a un vodka holandés llamado Kete One. El alcohol se consume tradicionalmente acompañado con algo salado, de ahí la “guarnición”. Este entremés puede estar compuesto por cubos de queso gouda, papas o las famosas croquetas de carne: las bitterballen (bolas amargas) que hasta mediados del siglo XX eran la forma con las que las amas de casa aprovechaban las sobras de carne y hoy ganaron los bares. Del tamaño de un bocado se las sirve acompañadas de mostaza.
INGREDIENTES (un plato entrada para cuatro personas)
Carne hervida 300 grs.
Manteca 50 grs.
Harina dos o tres cucharadas
Caldo de carne 250 cc.
Cebolla blanca una mitad
Perejil picado dos cucharadas
Huevos dos
Pan rallado
Mostaza
MODO DE PREPARACION
Hervir la carne con unas hojas de laurel hasta que esté tierna y pueda desmenuzarse. Calentar la manteca, añadir la harina hasta formar una pasta (roux), agregar el caldo caliente mezclando con firmeza para que no se formen grumos. Cocinar unos minutos hasta que quede bien espesa. Luego agregar la cebolla cortada en cubos chicos, la carne desmenuzada y el perejil. Corregir el salado y condimentar con pimienta negra molida y nuez moscada. Dejar enfriar en la heladera. Una vez fría la mezcla formar,  con ayuda de una cuchara y las palmas, unas bolas de 3 a 4 cm. Pasar por huevo batido y por pan rallado dos veces. Freír en abundante aceite a alta temperatura. Servir calientes junto a una cazuelita con mostaza para untar los bocadillos.
BEBIDA SUGERIDA: Cerveza tipo Pale lager