En Budapest nos hospedamos en el antiguo
Barrio Judío, de noche todo el mundo se volcaba a sus calles y atestaba los
bares y restaurantes, el clima era festivo. Traté de imaginarme como habría
sido tiempo atrás ese barrio que había vivido la opresión nazi y luego la
dominación soviética. En este fragmento del premio Nóbel de Literatura 2002,
Imre Kertész”, de su novela “Sin destino” se puede vislumbrar el drama:
“Cuando
salía para la escuela, también mi madrastra se sinceró conmigo. Estábamos a
solas, en la entrada de casa y me dijo que en aquel día tan triste para todos
nosotros esperaba “contar con un comportamiento adecuado” por mi parte. No
sabía qué responderle, así pues no dije nada. Quizá haya interpretado mal mi
silencio, porque continuó diciéndome que no había querido herir mi sensibilidad
y que sabía que su advertencia era, en realidad, innecesaria. Estaba segura de
que yo, un muchacho de quince años, era perfectamente capaz de calibrar la “gravedad
del golpe que habíamos recibido”; ésas fueron sus palabras. Asentí con la
cabeza y vi que con eso le bastaba. Entonces, hizo un gesto con la mano, y temí
que fuera a abrazarme. No lo hizo, se limitó a soltar un largo y profundo
suspiro entrecortado. Me di cuenta de que sus ojos se ponían húmedos; me sentí
incómodo. Después, me dejó ir. Fui andando desde la escuela hasta el almacén.
Era una mañana limpia y tibia para ser el principio de la primavera. Hubiera
podido desabrochar mi abrigo, pero desistí: la ligera brisa podía haber hecho
que las solapas hubieran ocultado de manera antirreglamentaria mi estrella
amarilla. “
Budapest me pareció encantadora, aunque
allí vivimos momentos de rechazo por parte de algunos lugareños, un ciclista se
tapó la nariz cuando nos rebasó el paso y varios automovilistas aceleraron al
vernos cruzar la calle. También recibí muestras de cordialidad y reafirmé que una
palabra bien dicha abre muchas puertas, lo descubrí cuando la cajera del
supermercado me regaló la más bella de las sonrisas al decirle lo único que
pude aprender en húngaro:
Köszönöm szépen, muchas gracias.
GULASH
El origen
del Gulash o Goulash, del húngaro Gulyás –pastor de bueyes- se pierde en el
tiempo. Era consumido por los pastores del centro europeo. Se preparaba con
carne, cebolla y cebo, recién en el siglo XVIII se agregó el otro ingrediente característico, el pimentón. De origen humilde se
cocinaba en cantidad durante horas, luego se secaba al sol y se conservaba en
tripas, durante la trashumancia los pastores sólo tenían que agregarle agua y
calentarlo. Hoy pueden encontrarse variaciones más o menos sofisticadas pero la
base es la misma. Se lo acompaña con algún preparado de papas o spätzel,
también se ha popularizado el acompañarlo con ñoquis (de papa por supuesto)
INGREDIENTES (para cuatro personas)
Carne vacuna (roast beaf –rosbif- o paleta) 1 kg
Cebolla dos unidades
Pimentón dulce dos cucharadas y
picante una cucharada
Vino blanco 1 vaso
Hojas de Laurel
Caldo de carne
Harina
MODO DE
PREPARACION
Cortar la
carne en cubos, cortar la cebolla en gajos. Pasar la carne por la harina y
sellarla en el aceite. Retirar y freír la cebolla, cuando está transparente
agregar la carne, el laurel, el vino y el
caldo de carne. Agregar el pimentón dulce y el picante (a gusto). Llevar a
hervor y bajar el fuego, cocinar tapado durante una hora (depende de la
carne, puede ser más).
Si se
sirve en cazuela colocar en la base los ñoquis de papa, si es al plato colocar
el guiso en un lado y los ñoquis en el otro (sin mezclar). Decorar con perejil
o tomillo fresco.
BEBIDA
SUGERIDA: Vino tinto Sirah
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