martes, 27 de febrero de 2018

HONDARRIBIA: MERLUZA A LA KOSKERA


Como en el cielo en la tierra
En la montaña y la mar,
Fuenterrabía soñada
Tu campana oigo sonar.
D. Miguel de Unamuno




ESCUDO DE HONDARRIBIA: Después del sitio de 1638 comenzó a ponerse por cimera la efigie de la Virgen de Guadalupe, patrona de la ciudad, se le atribuye la liberación de la plaza, un 7 de setiembre, víspera de su festividad.




Mirando hacia la desembocadura del río Badasoa, desde lo alto, con la vista en el horizonte que es Francia, aspiré profundamente con el solo objeto de atrapar todo el aire y toda la dicha que me produjo el estar ahí.  Hondarribia (Fuenterrabía) tiene todos los elementos necesarios para seducir al viajero: puerto, playa, un casco antiguo repleto de historia y unas colinas verdes en donde da gusto perderse en algún sendero. Nos hospedamos en una casa residencia atendida por su dueño, un muchacho de unos treinta años que resumía el carácter de la gente de allí: trabajador incansable, sonrisa permanente, conversador amable. No deberían preguntarse si hay que conocer Hondarribia, lo correcto es preguntarse cuando.

Entré y me instalé. Tenía la intención de pasar tan solo unos días y permanecí en ella varias semanas para dejarla con pesar. Como compañero de viaje venía un pintor de talento, que me acompañaba algo por complacencia, burlándose de mi amor por un burgo desconocido, y al cabo de un mes compartía mi pasión por todo el país vasco y por Fuenterrabía en particular. ¿Pero cuál es el encanto tan cautivador de esta villa? Basta un instante para sentirlo con todo su poder. Entrad en Fuenterrabía por la puerta principal y subid lentamente por la calle Mayor, o gran calle, que conduce a la iglesia y al palacio. Este solo paseo revela a los ojos todo un mundo viviente, animado, que nuestra imaginación había entrevisto sin poder revestirlo de los colores verdaderos y brillantes de la realidad. Es un efecto parecido al que produce la vista de los palacios señoriales al entrar por primera vez en Florencia: todo el siglo decimosexto italiano toma de pronto vida desconocida y sale, por decirlo así, de entre las sombras grisáceas en que la abstracción y la lectura de los libros mudos la habían dejado, para ingresar en una luz radiante. Del mismo modo, en las callejas admirables de Fuenterrabía, bajo sus balcones de mil arabescos sabios, a la sombra de esas casas esculpidas, ennegrecidas por los siglos, tras sus ventanas enrejadas de celosías complicadas, creemos ver súbitamente reaparecer una muchedumbre de figuras  admirables que la poesía ha consagrado para siempre y que el tiempo se ha llevado también para siempre. He aquí el encanto de Fuenterrabía y he aquí lo que tan solo se puede dar en esas pequeñas villas del norte de España.
Los que deseen conocer la vida española contemporánea en su jovialidad bulliciosa y rozagante, vayan a Sevilla la Linda; quienes se complazcan en contemplar los sepulcros blanqueados, acudan a Córdoba; los adoradores del Profeta y de los califas, diríjanse a Granada; los políticos, véanse en Madrid; pero prohíbo el viaje de la península sin una parada en Fuenterrabía a los poetas, a los artistas, a los pintores que quieran penetrar en el corazón de la España antigua. [1]


MERLUZA A LA KOSKERA





Cuando se dice Merluza a la vasca, a la Donostiarra o a la koskera se habla de un mismo plato. Se señala que la receta fue creada en  1723 por Plácida de Larrea, bilbaína de nacimiento: "Se trata de un guiso de merluza en una salsa verde con abundantes perejiles, adornada con espárragos que le fueron enviados de Tudela, chirlas y una docena de gordos cangrejos". La merluza debía servirse guisada en cazuela de barro y ser pescada en la zona. Con el tiempo los cangrejos y chirlas se sustituyeron por almejas. El término Koskera viene de koskeros que es como se les llama a los Donosti (habitantes de Donostia/San Sebastián)

INGREDIENTES dos personas

Merluza dos postas
Almejas 100 grs. (si son con valvas calcular una docena)
Huevos dos
Espárrago blanco seis
Arvejas (frescas o congeladas) una taza
Perejil
Vino blanco un vaso (se usa el Txacoli -o Chacolí-  o alguno de tono cítrico y baja graduación)
Caldo de los espárragos y/o de las almejas una taza
Aceite de oliva y sal
MODO DE PREPARACION

Previamente hervir los huevos diez minutos,  cortar el tallo duro de los espárragos y blanquearlos. Si se utilizan almejas en sus valvas precocerlas en una sartén con un poco de aceite y que suelten el jugo.
En una cazuela calentar el aceite, enharinar las postas y freírlas de ambos lados. Agregar el vino y las almejas. Cocinar unos dos minutos. Agregar los espárragos, las arvejas y los huevos cortados en gajos. Rectificar la sal. Cocinar unos cuatro minutos más y terminar con el perejil picado. Si es necesario un poco de líquido agregar el caldo. Conviene menear la cazuela para que los líquidos se emulsionen.

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BEBIDA SUGERIDA: Vino blanco Chacolí (Txacoli) o Chenín Blanc




[1] Fragmento de “Fontarabie" [Hondarribia] de M. E. Doussault 1875


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